23 mar 2014

De los pocos días en los que me despierto con muchas ganas de hacer algo, hasta el sol sonrie cuando la luz de primavera se filtra por las palidas cortinas de mi cuarto, incluso puedo ignorar el sabor reseco de mi boca en la mañana, ese sabor tan propio de cualquier persona que vive sola, algo asi como a ceniza, medicamento y ayuno.
Cojo mi mochila, lo que pasa es que siempre me gusta usar mochila, las bolsas son estorbosas y en las backpacks puedes meter todo un mundo y no hay ningun problema. aparte las mochilas son muy coloridas, bonitas, sobretodo las de niña.  Al caminar por la calle siento como si mis pies flotaran, como si se rieran al caminar, es la primera vez que disfruto tanto el sonido metalico del puente peatonal. Hace mucho tiempo que deje de mirar al frente cuando camino, cuando ya sabes a donde vas solo sigues tu instinto. Odio... odio de sobremanera la arquitectura de este lugar, a veces siento que hay prisiones mas acogedoras, pero no importa ya, al final de cuentas es solo un edificio. Cuento los peldaños y vibro al subir, como la primera vez que subes a un carrusel de caballos, vez el mundo girar, subir y bajar, incluso pude imaginar las risas. Abro la puerta, estoy tan cerca de acabar con el hambre en Oaxaca, estoy tan cerca de liberar el Tibet, de repoblar africa con rinocerontes negros y de ver por fin la torre Eiffel. Abro mi mochila, giro la perilla, el estomago me aprieta el alma, como un abrazo antes de partir, tomo el objeto al interior de mochila como un niño toma la sorpresa en un huevo kinder, y saco una Colt Kongsberg, a nadie le importa realmente como la consegui, eso es lo de menos, tengo siete días de la semana en mis manos, 6 para trabajar y uno para que diosito descanse. De pronto todo parece ir en camara lenta, de manera poetica la gente diria que uno puede ver su vida ante sus ojos en 30 segundos antes de morir, pero esas son blasfemias, no vi nada en los ojos de la profesora que estaba en el A5, de pronto todo se colisiona, todos gritan, y me siento en disneylandia por primera vez, hagan fila para abrazar a Mickey Mouse, la chica al lado de la puerta,  la que parecia que tenía mucha urgencia por irse que por eso decidio sentarse cerca se fue tambien, ¿porque? por su cara de mustia y su falta de atención en clase y a la vida, ¿Para que coño deciden estudiar algo de lo cual no los apasiona? Me preguntaría lo mismo a mi, pero a mi nada me apasiona realmente. No queda mucho tiempo, y ya gaste mi lunes y martes, camino a toda prisa por el pasillo porque seguramente los obesos y viejos guardias de seguridad subiran las escaleras corriendo al escuchar las detonaciones, mientras bajo, me gasto el miercoles y el jueves en una pareja de gays que estan cerca, no tengo en nada en contra de los gays, lo que pasa que hay muchos de esos en estos días, y así pasa con los animales tambien ¿no? se pueden matar las especies cuando se reproducen demasiado, aunque realmente no importa quienes sean, solo estaban ahi, como todo el mundo, hablando de eso a todo el mundo le gusta el viernes, así que decidi reservar mi dia especial para una persona especial, avanzo sin titubear por el pasillo y disparo a algun administrativo, tampoco es personal, todo el mundo odia la burocracia, yo tambien. Odio esperar y que me miren con desden. Empujo la puerta y educadamente digo annyonghi kyeseyo, que es adios en coreano. La labor esta completa, al septimo dia dios descanso. Cojo el cañon del Colt Kongsberg, y lo intruduzco en mi boca, como el unico amante fiel que tendre, y procedo. Al final no hay juzgado, no hay pinturas serias en la sala de espera de dios, ni siquiera se molestaron en mirar que llegaba, solo hubo un mini big bang en mi cabeza y todo se reconstruyo de nuevo. Ahora soy el universo, y estoy aqui para recordarte que tan pequeño eres realmente.

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