8 may 2011

me robe lo que era mio. . .

Cristales rotos, por toda la habitación. las lagrimas de inocente trasparecía se escurrían tras las ruborizadas mejillas los niños perdidos.
Un tragedia acaba de ocurrir.
No era grato para nadie en ese lugar, en el suelo yacía inmóvil la imagen de lo que antes alguna vez fue una tierna doncella con los cabellos dorados. Unos fijos ojos azules sin magia y sin vida, buscaban luz en un tardío infinito
-Peter como pudiste terminar de esta manera-
Preguntaban los niños ahogados en lágrimas.
un muchacho con 16 primaveras cumplidas y una eternidad sin cumplir, cabellos alborotados, mirada demente, y una espada pirata escurriendo dulce sangre vino tinto en su diestra,
- no quería hacerlo, ella me obligo-
Como si esas palabras fuesen capaz de retroceder el tiempo, pero no había nada que hacer.
No se puede confiar en un hada cuando ella esta enamorada
después de que Peter trajo consigo a Wendy nuevamente, después de aquel beso en la cubierta del capitán garfio.
Todo cambio.
Wendy ya no era la misma niña que Peter había conocido una vez
22 años, labios carmín, botas de charol, vestido corto, delantal azul y algunos cuchillos.
0 ternura. Solo quedaba el vago de ese recuerdo unos ojos azules inocentes, que ahora se ocultaban bajo unas gafas gruesas y unos toques de lascivia.
Peter solo quería que Wendy siguiera narrando esos cuentos a los que él, y los niños perdidos estaban acostumbrados. Cuentos por los que vale la pena luchar.
Wendy, ya no sabia mas acerca de Princesas, indios, sirenas o piratas..Ni magia.
-entonces?- dijo Peter un día - como puedes vivir sin contar tus historias?
El silencio espectral de la atractiva joven le respondió, sin hablar.
- ya veo, creciste.- replico con amargura digna de nombrar
- la vida en el mundo real es más cruel y despiadada que pelear con piratas inexistentes-
Respondió de una manera cruel y déspota, la poco dulce de Wendy
El amor que sentía Peter por Wendy le hizo dudar a Peter.
¿Qué haría Wendy..Para escapar de esa realidad que dice?

Una tarde de febrero en su quinta estancia cerca del lago, debajo de tierra en el cuartel de los niños perdidos, mientras estos pescaban, el niño que nunca quiso creses encontró respuesta su interrogante.
La mano de Wendy tiritaba sobre su pecho. La de él sobre los blancos muslos de ella.
La respiración rápida, marcaba los compas de acción tan perversa.
-que haces?- dijo Peter con una inocencia tan aterradoramente estúpida- sin oponerse al juego.

-vamos a jugar un juego que solo tu y yo tenemos que jugar...- desabotonándose el vestido y colocando suavemente los labios en el cuello de Peter. El calor de Wendy era tan agradable.
La luminosidad de una tarde lluviosa se colaba entre los ventanales de madera, Cuando en la habitación traslucida, el juego febril de una pasión prohibida llevaba a Peter intoxicado de toda la sustancia que era ella, al paróxidio tan placentero del cual Peter no querría irse jamás.

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